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Wally Week 24-06-06

La actriz de quien hablaré hoy, desconocida para la inmensa mayoría, se ganó el derecho de presidir la carpeta que nunca tuve. Deborah Lynn Foreman, como las cucarachas sin la intervención de Cucal, nació, creció, se reprodujo y murió. Estos dos últimos pasos, eso sí, en lo que al cine se refiere. Porque la buena de Debbie, con su cara de ángel risueño (de los de verdad, no como esa Kirsten Dunst, que tiene una cara de golfa que…), llegó, ganó un premio a la actriz más prometedora, nos dejó un poker de películas imprescindibles más algunos descartes sin importancia, y luego se fue a esa isla paradisíaca adonde el Siniestro Coleccionista de Jóvenes Promesas se llevó a otros como Jennifer Garner, Ally Sheedy, Corey Haim o Bom Bom Chip. De esto último me alegro.

Imagen aparecida durante mucho tiempo en los cartones de leche, bajo la frase ¿Me han visto? La IMDB nos confirma que sí, que la hemos visto.

La parte importante de su carrera va de 1983 a 1988, por lo que podría catalogarse como "ochentera" si esa palabra no me diera náuseas. En ella, Debbie nos regaló una serie de argumentos profundos e inolvidables, amor, comedia, drama, terror y sobre todo mucha diversión. Compartió pantalla con actores de culto y en todas sus películas alguien echaba un canete. En dos de ellas había punks, y en las otras dos, crímenes. A la vista de lo cual, no tanto por sí misma como por estas películas, mi deber es acercar a esta diosa particular a Viruete.com. Sé que no son los Fruittis, pero qué le vamos a hacer…

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AS DE CORAZONES - LA CHICA DEL VALLE:

¡Qué asco, un punky en mi sofá!

En su primer papel importante, Deborah nos obsequia con la deslumbrante interpretación de Julie Richman, una niña "bien" (cuando sólo los Hombres G sabían lo que significaba "pijo") del Valle, que para los yanquis viene a ser algo como el Barrio de Salamanca. Pese a todo, sus padres no son pijos clásicos, sino una especie de hippies que fuman porrillos y tienen una tienda de comida naturista. O sea, que dentro de lo clásico y trillado, por lo menos el padre no es un alto cargo republicano ni el sheriff del condado. Parece que los sheriff no pueden tener hijos que no sean adolescentes.

Tras la quinta pantalla, Renegade rescata a su novia...

Randy, un punky bastante educadito, discreto y formal, encarnado por el mismísimo Nicholas Cage cuando todavía le salía pelo por encima de la frente, se cuela con su amigo Fred, el típico moñas amigo del protagonista, en una selectísima fiesta del valle (de picar ponen sushi, te cagas) en la que, por supuesto, se encuentra nuestra Julie, que ha roto con su novio Tommy, el típico chulillo ajimanado (de He-man). Este aprovecha la fiesta para meter mano a una de las amigas de Julie y que se vean tetas en pantalla. Luego diremos del destape español, pero los americanos también aprovechan cualquier excusa para sacar chicha. Randy se las apaña para sacar de la fiesta a Julie y llevarla a su territorio, que consiste en muchas luces de neón, gente con cresta, pendientes y collares de pinchos, y Deborah Foreman poniendo cara de "qué experiencia tan nueva y refrescante". El punto cómico lo ponen Fred, el amigo moñas de Randy, y Stacy, la amiga gilipollitas de Julie, que acaban tonteando, en una de las muchas subtramas de la película que luego no se molestan en resolver. Atención al tío que se quiere liar con la madre de una chica que le tira los tejos. Se nota que los del El canto del loco han visto esta peli unas cuantas veces. O El Graduado. O American Pie. En cualquier caso, está bien que vean pelis, lo malo es cuando las doblan, ¿A que sí, Dani Martín?

Espera, espera que reviso mi copia del guión, que a mí esto no me suena…

Randy y Julie se enamoran y empiezan a salir, lo cuál trae cola porque sus respectivos entornos no cuadran (lo mismo que sientes en el primer viaje en coche con tu novia, a la hora de elegir el surtido musical). Al final, a ella acaban comiéndole la cabeza sus amigas, las chicas tintín, con que el chico es muy fiel ahora porque ella es guapa y atractiva, pero cuando esté gorda no la va a querer, y además no tiene futuro, mientras que su ex tiene toda la pinta de ir a hacerse un magnate de las drogas por vía nasal, y abandona al pobre punky. Los detalles de Randy, como dedicarle una canción pija en una radio pija o pasar noche y día acampado a la puerta de su casa con un saco de dormir, no le hacen cambiar de opinión; hoy día esos detalles se han convertido en una serie de sms patéticos del estilo "techo d mnos, xqitita; sigo lkito x ti".

Nuevas concursantes del Pucetrivial. Los toreros nos van.

Finalmente, en pleno baile de graduación, Randy y Fred se personan con el ánimo de partirle la cara al chulillo y salir pitando con la chica. Es el mismo plan que en La Princesa Prometida, sólo que en vez de un esgrimista y un gigante, el héroe cuenta con la ayuda de un tipo con el pelo azul; así que todo se salda con una pelea bastante normalita, tras la cual, por alguna razón que se nos escapa, Julie se da cuenta de que quiere a Randy y se fuga con él. La lección es la de siempre: el amor todo lo puede, las etiquetas sociales son efímeras, lo importante está en el interior, y no te pongas el pelo de punta ni te lo pintes de colores raros, que te quedas medio calvo. Lástima que Nicolas Cage de esta última se diera cuenta tarde.

Yo me vestí igual para hacer la comunión.

FRASE DE LA PELÍCULA: ¡No pienso salir de este coche! - De acuerdo, pero cuando intenten robarlo, salva la radio… (Stacy, la amiga tontilla, y Randy, durante la incursión a la "jungla urbana")

AS DE DIAMANTES - MI CHÓFER: Acoso laboral, coches de lujo y amenaza de incesto.

En la película que le valió el premio antes mencionado, nuestra heroína interpreta a Casey Meadows, humilde lavaplatos hasta que la carta del misterioso propietario de una empresa de limusinas, ofreciéndole empleo como chófer, le cambia la vida. La primera lección que aprendemos, y por lo que Icíar Bollaín adora esta película, es que una mujer puede hacer un trabajo destinado generalmente al sexo opuesto igual de bien o mejor. Ya que el contrato viene de arriba, su jefe y compañeros no tienen más remedio que aguantar el tirón, aunque son desagradables a conciencia y le putean todo lo que pueden.

La Señora Azul de Bélmez lanzando una contraofensiva giratoria con su propio caniche. Es lo que tiene sacarle fotos a un VHS.

Su primer encargo, y uno de los mejores momentos de la peli (otro es cuando el ladrón de coches se cuela en el Rolls, que se bloquea y le gasea con calmantes), consiste en recoger a un cantante punk llamado Gato Rabioso y sus coristas y llevarlos a un concierto. A medio camino, el tal Gato Rabioso asalta a una tía estrambótica vestida de azul por completo, pelo y caniche incluidos, pues robar sus bragas significa 20000 puntos en no sé qué gincana que se trae con sus coristas. Seguro que no extrañará a muchos de ustedes, acostumbrados a que les den puntos por matar a un dragón que exuda ogros o robar la gema del gnomo bizco en aquel módulo que Gerardo se bajó de Internet.

Alcohol y gestos simiescos: todos sabéis lo que es ir de botellón.

En esta ocasión, el chico de la película es el hijo del dueño de la empresa para la que trabaja Casey. Pero, más importante aún, se trata ni más ni menos que de Sam J. Jones, a quien todos conoceremos por haber interpretado a Flash Gordon en la gran pantalla ¡Vamos, Flash! (¿Van entendiendo el porqué de este artículo?) Durante un servicio de Casey, ignorando ella la identidad del pasajero, la novia le deja. El tipo está tan cabreado que, tras cogerse una trompa monumental y correr desnudo por un parque (vamos, lo que todos hacemos cuando nos deja nuestra pareja) ordena a Casey que conduzca muy lejos, no importa donde, a través del desierto, como en una de esas baladas horteras que tanto gustan (o quizás a buscar los míticos cartuchos Atari de E.T.) El coche se fastidia, ambos se pierden en mitad de la nada y, la magia del cine, se enamoran. Cuando desvelan al dueño de la empresa el deseo de casarse, este les revela que son hermanos, noticia que ellos reciben con un "Hemos sido maaaaloooos…". Y ustedes pensaban que Los Serrano eran transgresores. Bueno, al final el padre de la chica no resulta ser el dueño de la compañía, sino un simple chófer que se pasó por la piedra a la mujer de este. Exacto, les he planchado el final; no olviden cumplimentar la forma A-XXXVIII para su queja formal, y recuerden que el puerto sigue a la orilla del mar.

Daniel Ducruet: las escenas perdidas.

Por el camino, nos habremos deleitado con la presencia en pantalla del siempre genial Mark Holton (Chubby en Teen Wolf), y presenciado una delirante escena en la que el tío con más cara y mayor diarrea verbal de la historia (lamento darles la noticia, pero ese tipo de personaje ya existía antes de Tarantino) enreda a un jeque y a tres golfillas en la limusina, se las arregla para sacarle todo el dinero a cambio de que este viva la mayor juerga de su vida, y vemos tetas y culos hasta el empacho. Adivinen cuál fue la escena más rebobinada y vuelta a ver en mi casa.

Ella también se caga en Espido Freire.

FRASE DE LA PELÍCULA: "¡Sólo me falta encontrar una monja coja paseando una cabra, y gano!" (Gato Rabioso, hablando de su gincana estrambótica)


AS DE PICAS - INOCENTADA SANGRIENTA: ¿Te cuento un chiste al revés?

El mismo año de Mi Chófer, Deborah probó suerte en el mundillo del terror adolescente. Aquí se metió en la piel de Muffy St. John, heredera de una casa de campo que huele a Agatha Christie por los cuatro rincones. Se le ocurre celebrar en ella, con sus amigos, el día de los inocentes, que en Estados Unidos es el 1 de abril, no el 28 de diciembre, y al que ellos llaman "El día de los idiotas". Nosotros, que somos tan correctos, decimos "inocentes" del mismo modo que a nuestro primo, el gilipollas intratable, lo definimos como "muy suyo".

Disculpen, el pedo de Deborah Foreman… me lo he tirado yo.

El fin de semana, en principio muy divertido, se nubla un poco debido a un accidente con el ferry en el que viajan. A la hora de atracar, el ayudante del capitán sufre un accidente y la hélice le deja la cara como una Telepizza de ahumados. ¿Está todo planeado? Porque desde luego, lo parece: el grupo no puede ser más artificial, con la típica zorripaina, el chulillo, el bromista, la parejita consciente, el baboso, la mojigata, el chisposo de la videocámara… El asunto es que la primera noche, entre mil bromas en plan sillas de goma o puros explosivos, alguien demuestra conocer bien todos los secretos de los invitados y tener un macabro sentido del humor, dejándoles referencias a sus respectivos borrones de tinta en el expediente, en plan el primer Gran Hermano. "Mónica, se han destapado algunos detalles sobre tu pasado, tienes la opción de abandonar la casa para defenderte, doña "Completísimo, 10000. Zona Juan Bravo."

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¿Seguro que pone que la postura del Alce Nacarado se hace así?
- No sé, aparta un momento la cabeza, que vuelvo a mirar el esquema…

Uno a uno irán pencando, no sin antes mostrarnos a dos de ellos echando un clavo en la postura más extraña e hilarante que he visto en mi vida, y eso que tengo emule. Para colmo la anfitriona, nuestra Deborah, se comporta de forma extraña, casi como si no fuera ella. ¿Será cierto que Muffy tenía una hermana gemela, Buffy, internada en un psiquiátrico? ¿Podría ser que se hubiera escapado y seguido a los alegres jovenzuelos hasta allí, suplantando a Muffy? ¿Es un montaje de alguno de los invitados, dispuesto a silenciar a todos los que conocen su terrible secreto? ¿Quizá el ayudante accidentado ha vuelto para vengarse? ¿Y si Lobezno hubiera matado a Hulk?
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FRASE DE LA PELÍCULA: "Antes de que acabe el fin de semana… alguno de los presentes… se hará una paja." (Chaz, "el de la videocámara", con voz lúgubre)

…y esto es lo que os pasará si os abandonáis a impuros tocamientos.

AS DE TRÉBOLES - MUSEO DE CERA: Dios pudo hacerlo en tres días.

Para esta pieza magistral, Anthony Hickox (y Los Tres Investigadores) se curró el guión en sólo tres días, y le quedó simpático (aplíquese lo del eufemismo del primo gilipollas que he dicho antes), cosa que otros no consiguen por mucho Chewbacca que metan con calzador. Vale que la peli sea un batiburrillo de la Hammer, Noche de Miedo y Una Pandilla Alucinante. Vale que casi todos los personajes ya estaban creados, pero al menos Hickox no hizo que el hombre lobo se convirtiese por exceso de midiclorianos, ni había gungans, ni un robot malo que tosía.

Encuentra en la imagen a Wally, al Mago Barbablanca, un pergamino y el cromo de Bola de Dan con Ángela rematando

Deborah Foreman, que pese al apellido no va por ahí arrancando orejas, nos deleita aquí interpretando a la adorable Sarah Brighman quien, junto con su pandilla de amigos (otra vez el chulillo, el gamberrete, el zorrón, etc., etc.) va a realizar una visita a medianoche al nuevo Museo de Cera, invitados por su amable, desconocido y misterioso dueño. Y aunque los invitase un tipo con un cuchillo oxidado y una camiseta que dijera "destripo gente para mi solaz", hubieran ido. El sopicaldo de monstruos y diversión obedece al siguiente método: cada una de las dieciocho escenas del museo (todas de terror, representando crímenes como, por ejemplo, el doblaje de El Espantatiburones) necesitan dos piezas para estar completas. Las primeras son objetos personales de los seres más viles sobre la faz de la tierra, exceptuando a Carlos Goñi. Las segundas son, obviamente, las dieciocho víctimas que completen las escenas y supongan el sacrificio de sangre imprescindible para alzar de nuevo el mal contra este pequeño planeta nuestro ("alguien tiene que hacerlo", dice el malo cuando le preguntan el porqué; claro, pa qué preguntas).

Si ese museo de cera os parece espantoso, esperad a ver el de Madrid.

En esta ocasión, el coprotagonista no es otro que Zach Galligan, especialista en meterse en líos pasada la medianoche. Cuando no es visitar un museo chungo (más que el Reina Sofía, que ya es difícil) es dar de comer a un mogwai. Si es que este chico no escarmienta… Él será el único capacitado para escapar de su terrible destino, encerrado en un cementerio y en blanco y negro, asediado por las criaturas favoritas de Viruete, y no me refiero a los petisos carambanales. Después irá al rescate de Sarah, que se encuentra en las mazmorras del Marqués de Sade (vaya mezcla de personajes, me voy explicando que tardasen tres días en escribirla), disfrutando de una paliza morrocotuda. Es lógico, tanto tiempo entre punks, al final coges gustos rarillos. Si Las Vulpess hubieran tenido más éxito, ahora el látigo y la fusta serían incondicionales en las listas de bodas, por encima incluso de la lavadora.

¡No vale, no vale! ¡Estás usando insultos de la Sword Master!

Toda la parte del final, con típico enfrentamiento "fuerzas del bien contra fuerzas del mal" (y sin tercera potencia, nada de Hordak o similares) es la muestra de que se puede hacer una pelea que involucre fuego, espadas, pistolas y monstruos sin música punchancha (como dicen los de Cinecutre), sucesión de imágenes a lo loco para que no te enteres de lo que estás viendo, ni tener que tirar dados de diez a puñados, como en esas castañas a las que White Wolf llama "juegos de rol" (para ser "narrativo", no veas la cantidad de dados que se tiran). Mucho ojo, he dicho "se puede hacer…", no "queda creíble y digno…".

Los mayores enemigos de los murciélagos: Ozzy y este desaprensivo.


FRASE DE LA PELÍCULA
: "Yo creo que los dictadores son malas personas, gente… ¿¡con voz chillona y un pequeño bigote!?" (Mark, leyendo el ensayo que su asistenta ha escrito para que él entregue en el colegio)

CONCLUSIÓN

Como han podido ver, todas las películas gozan de encantos ajenos por completo a la actriz a la que en principio está dedicado este artículo. Sospechas confirmadas, Deborah Foreman, salvo en Mi Chófer, podría haber sido sustituida por un chimpancé con visera, que nadie notaría la diferencia. No aporta más que el mero hecho de estar allí, sonreír cuando le toca y el resto del tiempo poner cara de espiritada, como la que pone tu amiga Paula después de potar, el día que se enchufa diez martinis con limón, y que no reacciona ni pegándole fuego.

En lugar de cambiar de registro, cambia de color de pelo. Bravo.

Sin embargo, algo tenía Deborah que fomentaba el buen rollo. Era como uno de esos chinos de la suerte, con la ventaja de que ella siempre daba suerte en lo mismo, no como los chinos, que en cada reedición intercambiaban los colores y ya no sabías si el rojo era para el dinero, los exámenes o evitar los gatillazos ¿Hubiera sido Sam J. Jones un actor cotizado, de haber seguido trabajando con ella? ¿Conservaría Nicolas Cage su flequillo? ¿Se habría abstenido Hickox de hacer Hellraiser III ("El Infierno en tu vídeo"), de haber contado con ella para la secuela de Museo de Cera (¡¡sale Bruce Campbell!!)? Y lo más importante… ¿Sueñan los androides con Deborah Foreman?

 

 

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