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Búscate la vida

José Viruete 18-10-04

Qué Búscate la vida es una de las mejores series de tv de toda la historia no hace falta ni decirlo, vamos. Todo el mundo debería amarla. Por las paridas de Chris, por las palizas de Sharon, la de veces que muere su protagonista, porque sus padres se pasaban todo el día en bata... O porque salía una tía muy parecida a Lea Thompson en la cabecera. Pero algo falló, la audiencia, para ser más concretos, y hoy en día todavía pagamos las consecuencias. Cuando se cumplían diez años de la cancelación de la serie, Bin Laden y Mohammed Hatta hicieron lo que hicieron. ¿Mera coincidencia?

Futuro trabajo de estudiante de magisterio o psicología.

La serie era un vehïculo para el lucimiento de Chris Elliot, que había debutado en el programa de David Letterman (el antaño rey de la tele yanki al que fusilaba sin piedad Pepe Navarro). Chris comenzó a aparecer hilando pequeños papeles y personajes, caracterizados siempre por su disparatado humor surrealista. Pero vamos, como esto no lo vamos a ver nunca me la trae floja, sólo lo pongo aquí para hacerme el filistro.

Vamos al lío. Animado por una popularidad en ciernes, Chris se une a David Mirkin y Adam Resnik para construir una serie perfecta para desplegar su humor. Mirkin, que ya contaba con un extenso currículum en telecomedias (Apartamento para tres, entre otras), se había ganado buena parte de su reputación como guionista de Los Simpsons. Por su parte Resnik trabajaba con él en el show de Letterman. De la unión de sus superpoderes nació la leyenda: Búscate la vida.

Se confirma: la acordeón es un instrumento del diablo.
Elliot interpreta a Chris Peterson, un repartidor de periódicos de 30 años que vive en casa de sus padres. Un auténtico perdedor, según el estandar USA. Curiosamente en españa es una situación completamente normal, e incluso envidiable, ya que Chris tiene un trabajo fijo. Sus padres, dos jubilados que están hasta los cojones de él fueron interpretados por... ¡sus propios padres! Para redondear el reparto crearon a Larry, el mejor amigo de Chris, y a Sharon, mujer de Larry y su peor enemigo.

La primera temporada contó con episodios tan increíbles como Animales del zoo sobre ruedas, que giraba en todno a una delirante obra teatral donde la fauna se escapa de sus jaulas para ir en patines y bailar música disco, amenizada por canciones como "Soy una jirafa, soy una jirafa, tengo el cuelllo largo porque soy una jirafa". Mucho mejor que cualquier mierda de Ismael Serrano, desde luego. Pero también tuvo algunos capítulos más convencionales, fruto seguramente de un cierto miedo a transgredir demasiado las normas no escritas de la telecomedia. El equipo de guionistas estaba compuesto básicamente por los productores y el propio Elliot, lo que otorgaba una estabilida estilísitica a la serie, pero es evidente que había algo de recelo a soltarse el pelo y no se llegaban a aprovechar todas las posibilidades que apuntaban sus ideas. Curiosamente, Resnik firmó algunos de estos guiones más flojos.

Con todo, la serie seguía siendo superior a casi todas las comedias en antena. Otros episodios memorables eran Casado, donde Chris es enamoraba, casaba y divorciaba en un día. O Los obreros de la construcción, otra auténtica joya para ver una y mil eves. Los zafios obrerros adoptan a Chris como uno de los suyos, y le enseñan a decir obscenidades a las mujeres ("Cómete ese queso, nena, enchufa ese banjo") y a comportarse como un cretino (más aún si cabe). Aunque más tarde se tendrá que batir en duelo con ellos cuendo pretendan timar a su padre. También podemos destacar su duelo con el vehículo Repartidor 2000, que amenazaba con dejar sin trabajo al nomle gremio de los repartidores y que era en realidad el tanque de Callejón infernal. Y no quiero terminar el repaso de la primera batería de capítulos sin recordar el submarino que Chris consigue en sus cereales para el desayuno y decide armar en su bañera. Imborrable.

Tras los flojos resultados de audiencia de la primera temporada, los productores decidieron jugarse el todo por el todo y dieron luz verde a unos guiones demenciales donde el sentido común, la cordura o el continuo espacio tiempo no tenían cabida. Los trece episodios que componen la segunda temporada han pasado, por derecho propio, a los anales de las series de culto.

Aquí, la lista de aciertos es más larga que la tranca de Rocco Siffreddi. Para empezar se libran a Larry , el único personaje que manteía a Crhis en contacto con la realidad. Además, nuestro oligofrénico amigo se independiza. Eso sí, por las bravas: sus padres ordenan llenar toda su habitación con cemento armado. Chris consigue un nuevo hogar gracias a la ayuda de Gus "Culogordo" Borden (Bryan Doyle-Morray), un es policía viejo y alcohólico que le alquila su apestoso garage. Los guiones de estos episodios desbarran a un nivel que todavía debe ser igualado en la tele. ¿Qué podemos decir del mítico Vomitón, un extraterrestre macarra y repugnante al que acaban matando y se lo cenan? Magistral también el capítulo donde Peterson se introduce en el tortuoso mundo de los inspectores de alimentación entorno que le corrompe con increíbles sobornos (¡Cinco pavos!).

En cualquier otra serie, los residuos nucleares hubieran sido tema de preocupación o denuncia. Aquí, Chris y Gus reciben los increíbles poderes del deletreo y la papiroflexia. El gran Charlie Kauffman (Adaptation) frimó el guión de Prisionero del amor, con una presidiario maltratando a nuestro imbécil favorito. El fascinante tema del viaje en el tiempo fue tratado en 1979-2000, donde Chris viaja al pasado gracias al nutritivo Zumo del tiempo. Y así hasta completar las trece entregas de esta segunda tanda. Igualito que la ponzoña esa de Siete vidas, vaya. Por cierto ¿a nadie le parece que eso de que Kenny muere al final de cada capítulo de South Park está ligeramente inspirado en las numerosas muertes que sufrió nuestro repartidor favorito al final de muchos episodios.

Fotos de guarradas que se baja la gente de internet.

Desgraciadamente la audiencia no respondió y la serie fue cancelada cuando estaba en su mejor forma. ¿Es la segunda temporada de Búscate la vida la mejor de todas las telecomedias? Yo afirmo que sí, y estoy dispuesto defenderla con uñas y dientes. Una pena que la cosa concluyese aquí. Elliot aprecio después en grandes filmes como Atrapado en el tiempo, Vaya par de idiotas o Algo pasa con Mary.

Pero antes, en 1994, tras la cancelación de la serie, protagonizó lo que podría considerarse como Búscate la vida: la película: el film Caos en Alta mar. Elliot hace aquí de Nathaniel, un relamido joven que por equivocación acaba surcando la mar con un grupo de rudos pescadores (algunos de los cuales formaban parte de los obreros de la construcción del mítico episodios). Nathaniel tiene varias de las coletillas y tics de Peterson, y hasta baila como él su canción favorita, Alley Cat. Caos en Altamar es otra joya en la carrera de Elliot, trascendiendo el absurdo para crear un film totalmente onírico. Sueño producido, eso sí, por una fuerte indigestión de carne alienígena.

Somos muchos los que esperamos volver a ver a Chris Elliot en uno de sus proyectos personales para que nos enloquezca con su humor. Como también somos muchos los que disfrutamos poníendonos la funda de una raqueta a modo de sombrero. Mientras tanto, ahí tenemos grabados los episodios de Búscate la vida (muchos de ellos están ripeados en la mula) para verlos, reverlos y volver a verlos otra vez hasta que soñemos con comer marisco pasado mientra acechamos día y noche al objeto de nuestro amor.

Artículo aparecido en el nº1 del fanzine Fabulando espantos.

 

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