| Nota 
                        del autor: Durante este artículo me referiré 
                        a cualquier ciudadano asiático como "chino", 
                        como homenaje al programa. A 
                        los chinos les gustan las hostias. Está demostrado. 
                        Sólo hay que fijarse en invenciones como el kung-fu 
                        y las demás artes marciales, el Street Fighter, 
                        el hara-kiri, los kamikazes o el programa que hoy 
                        nos ocupa. De este afán oriental por los golpes 
                        se pueden sacar muchas conclusiones, que dejaremos en 
                        manos de un sociólogo. Yo me voy a centrar en lo 
                        que fue uno de los programas más importantes de 
                        la historia de la televisión. 
 En 
                        Japón, los concursos estrafalarios donde los concursantes 
                        eran torturados cual preso de Ilsa, la loba de las 
                        SS, eran ya el pan nuestro de cada día. El 
                        mismo Chicho Ibáñez Serrador nos 
                        descubría a mediados de los 80 el espacio nipón 
                         Endurance, destinado a medir el umbral 
                        de dolor o aprensión de los concursantes. Las pruebas 
                        eran tan estimulantes como ser bañados por excrementos 
                        de mono y cosas similares. La gran aportación de 
                        Humor Amarillo, a finales de los 80, estaba 
                        en su desarrollo blanco, sin escatología ni cosas 
                        asquerosas. Simplemente, chinos haciendo el tonto en una 
                        suerte de parque de atracciones bizarro al que me gustaría 
                        ir, y no a esa mierda de la Warner. 
 El 
                        espacio basó su éxito internacional en dos 
                        premisas muy sencillas y que han sido apuntadas anteriormente. 
                        Chinos y hostias. Una ecuación sencilla. 
                        A la gente le hace gracia los chinos, y le hace gracia 
                        la gente dándose tortazos, el más básico 
                        de los mecanismos del humor. Si unimos estas dos cosas 
                        tenemos una fórmula imbatible para las televisiones 
                        de todo occidente: chinos dándose hostias. Supera 
                        eso, Globomedia. 
                         
                          |  |   
                          | La 
                              historia de un niño de verdad que se transformó 
                              en muñeco. |  El 
                        nombre original del show era Takeshi's Castle, 
                        en homenaje a su creador, Takeshi Kitano, que antes 
                        de convertirse en carne de gafasdepasta se dedicaba a 
                        hacer el mongol con cosas como ésta. Si es que 
                        en la vida hay tiempo para todo, que es de lo que no se 
                        enteran algunos. Cuando Kitano abandonó el programa, 
                        los responsables tuvieron la genial idea de poner a un 
                        chino cualquiera con una cabeza gigante con la forma del 
                        antiguo presentador y santas pascuas, que es seguramente 
                        lo que hará Telecinco el día que 
                        se vaya Sardá (si es que llega tal día). 
                         
                        
                          |  |  
                          | El 
                            reportero total ya existía antes del Mississipi. 
                            Como mucho el Urrialde hubiera sido El reportero parcial. |  Junto 
                        a él estaban una serie de personajes que comentaban 
                        las incidencias y hacian chistes variados. Vestidos con 
                        trajes tradicionales japoneses, aquí no nos enterábamos 
                        de nada de lo que decían. De hecho, Telecinco 
                        optó por cortar la mayoría de apariciones 
                        de Kitano y sus compañeros para dejarnos simplemente 
                        las pruebas, aunque ya puestos, podían haber cortado 
                        algunas de las más aburridas y dejarnos sólo 
                        con las mejores. 
 El 
                        objetivo del programa era asaltar con éxito el 
                        castillo de Takeshi, defendido por sus pintorescas tropas. 
                        El ganador de todas las pruebas se enbolsaría un 
                        millón de yenes. El general (Napoleón, 
                        según el doblaje hispano) solía recitar 
                        un discurso de ánimo a sus soldados voluntarios, 
                        cien japonenes con ganas de darse leches, para subir la 
                        moral. Éste era su principal papel, además 
                        de dar la salida de las diferentes pruebas con aquel grito 
                        de "HITEK!" o algo así. A lo mejor decía 
                        "Hi-tech", pero no tiene mucho sentido, 
                        a no ser que estuvieran hablando de la tecnología 
                        que usarían en un hospital de Kyoto para 
                        sanar sus contusiones. Los sacrificadossoldados salían 
                        entusiasmados a grito de su mantra particular, "Kongorima", 
                        traducido aquí acertadamente como "me la voy 
                        a pegar. 
                         
                          |  |   
                          | Viru 
                              y Adso jugando al voleyplaya. |  Entre 
                        las fuerzas que se oponían a los chinos estaban, 
                        principalemente ese trío de lujo que eran El 
                        Pelanas, El calvo y El malvado occidental, 
                        que hacían acto de aparición en diferentes 
                        pruebas, y mostraban unos modales similares a los de los 
                        malos de Commando. Según las diferentes 
                        pruebas también podían enfrentarse a otros 
                        villanos, como El grano de café, El gafotas 
                        enclenque (como muchos de los lectores de esta web), 
                        el Samurai gigante,  etc... Todos con la misión 
                        de eliminar o entorpecer a los sufridos nipones, que sólo 
                        querían llevarse un dinerito para alimentar a sus 
                        pobres familias. 
                         
                          |  |   
                          | "¿Qué 
                              hago aquí cuando podría estar en casa 
                              con la Play2?", se lamenta el frik. |  En 
                        cuanto a las pruebas, eran tantas, y tan variadas, que 
                        es absurdo intentar comentarlas todas en una web como 
                        ésta. Para ello, os podéis dirigir a páginas 
                        como ésta 
                        o ésta 
                        (en inglés), donde están sumarizadas 
                        y comentadas todas. Yo destacaré mis favoritas 
                        cuando veía el programa. 
                        
                          |  | El 
                            laberinto del chinotauro: existía en dos 
                            variedades, con habitaciones hexagonales o cuadradas. 
                            El pelanas y el calvo hacían de las suyas impidiendo 
                            que los concursantes llegaran a buen puerto. Una vez 
                            salió una tía disfrazada de Goku. 
                            Por si no os lo imaginábais, el objetivo era 
                            encontrar la salida. |  Las 
                        puertas: tan sencillo como ir eligiendo cual de las 
                        puertas era la que se podía atravesar. Una lotería, 
                        como los penalties. Los costalazos que se metían 
                        los chinos al embestir con toda su fuerza contra una puerta 
                        de madera claveteada eran superlativos. En ocasiones incluso 
                        llegaban a derribar la puerta de madera, cual Hulk 
                        oriental. 
 Las 
                        zamburguesas: la 
                        favorita de España, y una de las más repetidas, 
                        hasta el punto de estar medio quemada. Se rataba de elegir 
                        que piedras eran seguras y cuales eran de corcho mientras 
                        se atravesaba un río. Mientras que algunos optaban 
                        por la precaución, la mayoría lo hacía 
                        por la velocidad y la improvisación, con cómicos 
                        resultados para nosotros y cataclísimas consecuencias 
                        para sus dentaduras. El fondo del lago de las zamburguesas 
                        tiene que estar de dientes como la Fontana di trevi 
                        de monedas.  El 
                        circuito de Hirohito: lo más parecido a un 
                        videojuego. Consistía en recorrer un circuito en 
                        el cual había que esquivar unas bolas, lanzarse 
                        con un muelle a una piscina de ladrillos de goma, tirarse 
                        de una cuerda... todo ello compitiendo contra un bichejo 
                        que había arriba: en el caso que él llegase 
                        antes, el concursante era eliminado.  
                        
                          |  | El 
                              dominó: prueba 
                              velocísima y abundante en tortazos. Sencillamente, 
                              correr por encima de unas fichas de dominó 
                              gigantes. Normalmente, tras hacer caer la primera, 
                              el participante estaba fuera de combate.  |  Mención 
                        de honor a otros dos juegos que recordaréis todos: 
                        Los cañones de Nakasone y Terremoto en 
                        Yamamoto, que no sé por qué, pero me 
                        hacía mucha gracia. Por 
                        contra, también había muchas pruebas que 
                        no había quien aguantara, como la del Karaoke, 
                        confeccionada a base de melodías populares en la 
                        tierra del sol naciente pero desconocidas en nuestra piel 
                        de toro. Otra sin especial interés era la de los 
                        cinco agujeros, en dos de los cuales se escondían 
                        un par de monstruos que eliminaban a los concursantes. 
                        Los otros tres permitían pasar a la siguiente prueba. 
                         
 También 
                        solía ser algo aburridica la prueba final, en la 
                        que todos se subian en una suerte de carricoches disfrazados 
                        como vehículos futuristas para dispararse con pistolas 
                        de agua o una suerte de rayos fotónicos con el 
                        objetivo de eliminarse. Ni todo el monte es orégano 
                        ni todo el Humor Amarillo  eran golpes. Como 
                        he dicho, el concurso era severamente mutilado en su versión 
                        hispana, para hacerlo más entretenido, y en lugar 
                        de doblar a los actores y concursantes, eligieron poner 
                        a una par de graciosos (uno de los cuales era el hijo 
                        de José Luis Coll) para que hicieran los 
                        comentarios. Con desigual fortuna, me temo: eran capazes 
                        de tener un par de ocurrencias geniales, pero a cambio 
                        tenías que tragarte cincuenta mil paridas de un 
                        nivel semejante al de Los Morancos, para que se 
                        hagan una idea 
                        
                          |  |  
                          | En 
                              mi clase de gimnasia también decíamos 
                              lo de "Hitek". En serio, eh. |  El 
                        gran acierto de esa pareja de humoristas fue desarollar 
                        una serie de muletillas y personajes habtituales. Así, 
                        si veíamos a un chino vestido de rojo, era rápidamente 
                        indentificado como El chino Cudeiro, en homenaje 
                        a su técnico de sonido, y que definían como 
                        una "mezcla entre chino y gallego". Si por el 
                        contrario iba totalmente de amarillo no tardaban en adjudicarle 
                        el apodo de Yema de huevo, en homenaje a... una 
                        yema de huevo. 
 Aún 
                        así, la elección fue acertada, ya que los 
                        comentaristas anteriores fueron Cruz y Raya dentro 
                        del espacio Tutti Frutti, con unos comentarios 
                        tan graciosos como limpiar la jaula de King Kong. Afortunadamente 
                        la sección tuvo tirón como para convertirse 
                        en un espacio independiente y librarse de los Sihayqueirseva. 
                        Hace unos años, el Canal Palomitas de Vía 
                        Digital emitió los programas íntegros 
                        y con un nuevo doblaje (más o menos como el anterior) 
                        con lo cual pudimos enterarnos por fin de la verdadera 
                        estructura del programa.  Es 
                        una lástima que en esta televisión nuestra 
                        de hoy, donde se nos llena la boca de expresiones como 
                        "humor inteligente" (utilizada, normalmente, 
                        por gilipollas) o "tv de calidad" (para hablar 
                        de cosas como UHF) no hay lugar para un programa 
                        como el Humor Amarillo, que sigue teniendo tanta o más 
                        vigencia que en su primer día de emisión. 
                        Las hostias nunca pasan de moda. Y los chinos, tampoco.   Opina 
                        sobre este artículo O 
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